lunes, 17 de marzo de 2014

¿Rinde más un trabajador con un futbolín en la oficina?


La cultura corporativa de Google nos ha enseñado la importancia de crear un ambiente de trabajo distendido. Todos hemos visto esas imágenes donde los empleados llevan el perro al trabajo, se desplazan en patinete por la oficina, juegan una partida de futbolín o marcianitos, o hasta se tiran por toboganes.

¿Google hace estas cosas en sus oficinas para dar envidia al 99,9% de los oficinistas del mundo, esos recluidos en cubículos, en oficinas sin ventanas a la calle o en polígonos industriales? No: lo hace para estimular la creatividad de sus empleados. Porque una mente relajada es una mente creativa.
Y desde Google, esta política se ha extendido a numerosas empresas. Principalmente (aunque no exclusivamente) a sus vecinos en el área de Silicon Valley, colegas en el sector de la tecnología. Los cuarteles generales de empresas como Facebook, Spotify, Twitter, etc., recuerdan más a guarderías para adultos que a espacios de trabajo.
¿Es todo esto una especie de decorado, o forma parte de la cultura corporativa de una empresa moderna? ¿Es una frivolidad, o realmente un entorno rompedor y relajante mejora el potencial, la capacidad de iniciativa y, en definitiva, la satisfacción de los trabajadores?

Podemos encontrar algunas respuestas en una interesante entrevista de OnOffice Magazine a Lauren Geremia, una artista y diseñadora de interiores que ha trabajado para startups tecnológicas en el área de San Francisco como Dropbox, Instagram o Path, convirtiendo sus oficinas en espacios llenos de piezas de arte, o que son en sí una obra de arte.
Lauren explica el proceso: “Pregunto a las empresas qué les gustaría que dijera la gente que visita sus oficinas cuando se marchan, qué quieren que se les quede en la cabeza”. La clave es analizar cada marca y la gente que trabaja en ella. “Cada cliente tiene una fórmula: una estructura que represente cómo comen, cómo trabajan, cómo se comunican”. Después, el trabajo de Lauren consiste en representar físicamente la filosofía corporativa.
Aunque algunos piden cosas tan estrambóticas como paredes para practicar escalada (seguramente la adrenalina libera el estrés), las demandas habituales de sus clientes tienen que ver con la salud y la comodidad: habitaciones donde dormir la siesta, enormes cantidades de escritorios ergonómicos, diseño de los comedores o espacios donde practicar yoga.
Aquí también influye la gran competencia por el talento que existe en Silicon Valley: para atraer o retener a los mejores empleados, las empresas atienden sus peticiones y las incorporan al diseño de sus oficinas, que así se democratizan y transforman en lugares donde resulta agradable pasar el día... y trabajar, claro (no lo olvidemos).
Al final, la clave parece estar en la conexión entre bienestar personal y rendimiento laboral: “Estas empresas se han dado cuenta de que el talento es tan indispensable que han unido el éxito de la compañía con la felicidad de la gente en el sitio de trabajo. Esa es la principal diferencia con las viejas oficinas llenas de cubículos y monótonas alfombras”.
¿Qué piensas? ¿Crees que con una mesa de pingpong cerca trabajarías mejor? 
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